Sin mucha perorata, presentamos a Gabi y los dejamos en sus manos que tiene hermosos consejos para compartirnos:
En este blog que me invita a viajar nuevamente por las experiencias personales y las que compartimos con amigos, les quiero contar de mis vivencias en el que es quizás el lugar más cómodo que encuentro para estar, ser y sentir. Todo lo que aprendí, lo mucho o lo poco que conocí quiero dejarlo escrito con el único fin de brindarles ayuda a la hora de salir a la montaña.
Esta vez, particularmente voy a mencionar un refugio que hice en Enero de 2023, a sólo unos 30 minutos en auto desde Bariloche. El refugio se llama San Martín (reservar es obligatorio, reservas acá) y se encuentra junto a la Laguna Jakob, es uno de los que conforman el circuito de la huella Andina.
Aquella travesía la inicie solo y podría decir que de los lugares que visité durante este año fue uno de los que más me gustan, no solo por lo bonito que es el paisaje y el marco que regala la montaña en esa zona sino por lo lindo que es el refugio en sí. Hace un par de años sufrió un incendio y lo remodelaron completamente por lo que las prestaciones y comodidades del lugar lo convierten en unos de los mejores y más modernos que posee Bariloche.
Como siempre, como en cada salida conocí personas increíbles con las cuales compartí hermosos momentos y charlas con anécdotas de viajes. Cuando llegas a un lugar así te das cuenta la cantidad de personas de cualquier parte de la Argentina y del mundo que están en tu misma sintonía, automáticamente conectan con tus mismas ganas, gustos y buenas energías brindándose por completo a ser parte de tu viaje y que vos seas parte del de ellos.
Personalmente en las salidas que hago me gusta tomarme el tiempo para caminar en soledad y observar todo lo que me va rodeando sabiendo que hace único cada rincón donde ponga la mirada, al fin y al cabo podría decir que es una de los motivos principales por los cuales hago estos viajes.
La mejor parte de esta experiencia fue empezar a darme cuenta que cada lugar a donde vaya de nuestra cordillera por más conocido que sea siempre tenemos algo por descubrir y a lo desconocido va a ser mejor de lo que podía imaginar si lo evidencio en persona.
Fue así que al emprender el viaje de regreso a mi casa supe que había cargado en la mochila algo más que un trekking o un fin de semana en la montaña.
¿QUÉ LLEVAR?
Bajo mis consideraciones lo más importante es tener un buen calzado, asegurarse de que sean zapatillas con buen agarre o lo que creo mejor aún son las clásicas botas de caña alta e impermeables en la medida de lo posible ya que el terreno siempre va a ser cambiante y podemos comenzar caminando por un sendero casi sin dificultad pero nunca faltan las piedras o raíces que pueden ocasionar que perdamos el equilibrio y estas botas nos ayudan a prevenir que nos doblemos el tobillo o lastimemos por la resistencia que presentan. También podemos encontrarnos con tener que cruzar hilos o charcos de agua provenientes de algún que otro arroyo o río, y este tipo de calzado es ideal para evitar que nos mojemos porque créanme que caminar varias horas con los pies húmedos no es una sensación agradable. Dependiendo la época del año en que hagamos el recorrido también puede ser que nos topemos con manchones de nieve o barro propios del deshielo que se produce al finalizar la temporada invernal.
Otra prenda importante para mí es el pantalón, está bueno contar con uno que no solo sea cómodo ya que vamos a caminar durante varias horas, sino también que sea liviano y de secado rápido porque si nos mojamos o lo lavamos y queremos volver a utilizar esto nos ahorraría cargar con una segunda prenda. Personalmente me gusta usar largos porque me protegen en verano de los queridísimos e insoportables tábanos, pero también porque si los senderos no están muy despejados podemos encontrarnos con ramas o cañas coihues que te terminan dejando su sello al pasar. Entendamos que estamos yendo a la montaña, donde aunque sea verano por las noches las temperaturas bajan considerablemente y dependiendo la época del año el clima suele ser muy cambiante en cuestión de pocas horas. Un consejo, si pueden, el pantalón desmontable es una verdadera maravilla porque podemos hacerlo corto y nos ahorramos cargar con una tercera prenda ya que si el clima o el lugar lo ameritan podemos estar en el agua de una laguna o río rápidamente.
En cuanto a la parte superior es una buena elección llevar remeras de materiales sintéticos que se van a secar rápidamente en caso de transpiración y no son tan pesadas como las remeras de algodón, sobre todo si nos toca un día de sol y un sendero con escasa sombra. También suelo llevar un buzo o campera de micro polar que son prendas abrigadas y compactas y el consejo es que aunque el pronóstico nos diga que hará calor siempre llévenlo sobre todo si salen durante varias horas o días. Un excelente comodín puede ser las camisas de mangas largas porque nos van a proteger del sol y se prestan como otra capa de abrigo ante la posibilidad del frío o del viento. Por último, y no menos importante es contar con una campera que sea impermeable, dependiendo la época del año consideremos que es lo mejor. Es decir, si vamos a caminar en invierno es recomendable llevar una campera de abrigo y que soporte la inclemencia inesperada de alguna lluvia o nevisca.
Otra recomendación personal es que nunca dejo de llevar una calza y remera térmica, sobre todo cuando me quedo a dormir porque como ya les comenté anteriormente durante la noche y la mañana siguiente las temperaturas son bajas. En estas travesías es preferible que sobre abrigo y no que falte, además hablamos de prendas que no son pesadas y tampoco ocupan demasiado espacio.
En cuanto a los accesorios que no pueden faltar en la mochila es una gorra o sombrero para evitar que el sol nos castigue durante las horas de caminata y porqué no también la lluvia o nieve que puede caer. Un par de lentes de sol, porque cuando subimos el sol siempre es más intenso y aunque esté nublado nos puede molestar demasiado. Si hablamos de cuidados, recordemos también llevar un protector solar y renovar la capa aplicada cada ciertas horas. Ojotas o crocs son fundamentales para la hora de la llegada al refugio o al campamento, nos van a ayudar a descansar los pies después de tantos kilómetros y un dato no menor es que ciertos refugios no permiten ingresar con el calzado del día ya que intentan de esta manera mantener la limpieza e higiene del lugar.
Entonces, en resumen:
- buen calzado, mejor si es impermeable y cubre los tobillos
- pantalon, mejor si es desmontable
- remeras de materiales sintéticos
- buzo de micropolar
- campera impermeable
- una calza y remera térmica
- gorra o sombrero
- lentes de sol
- protector solar
- ojotas o crocs
Un par de cositas más, antes de partir:
- Reservar en el refugio (desde acá), más aún en temporada alta
- Registro de Trekking del Parque Nacional Nahuel Huapi (desde acá)
DONDE TODO COMIENZA
Siempre los caminos tienen un punto de partida, y es recomendable antes de llegar, haber investigado dónde vamos a comenzar y cuántos kilómetros nos esperan; porque muchas veces los mismos caminos se pueden bifurcar a distintos destinos. Es importante antes de salir avisar a un familiar o amigo que sepa el sendero que vamos a realizar y durante cuantos días. También como regla número uno de seguridad debemos dejar un registro en la página de parques nacionales donde se encuentra toda la guía y red de caminos posibles a realizar estando en Bariloche, en primer lugar hacemos esto por nuestra seguridad y porque también podemos cruzarnos a un guardaparque que nos pida dicho registro.
En el caso de este trekking lo comencé un sábado 28 de enero a las 09:30 desde Tambo Báez (aquí ubicación en Google Maps) que se ubica en la vieja ruta a Colonia Suiza. Si contamos con movilidad propia es un lugar donde podemos dejar el auto en el estacionamiento pagando un valor de estadía muy bajo y no solo colaboramos con la familia que vive en el lugar, sino que también nos quedamos tranquilos que el vehículo queda al resguardo.
PRIMEROS PASOS
Ese día decidí abrirme camino con la mochila en la espalda, y sin demasiado abrigo puesto porque si bien la mañana estaba fresca era un día soleado y sabía que al cabo de unos minutos de caminata iba a entrar en calor. Un día mágico de verano en la montaña sabía que estaba comenzando.
Al cabo de 1 hora los rayos de sol ya daban sobre el hermoso y verde valle del Casa de Piedra que para mi sorpresa rápidamente me encontraba con el río que lleva el mismo nombre del valle. Por momentos, entre los claros que dejaban los árboles podía apreciarse la plenitud de un magnífico río que ya me daba las primeras ideas de que más arriba la laguna se encontraría con gran caudal propio de un invierno de mucha nieve y lluvias.
Lentamente atrás comenzaba a quedar la compañía del río y me daba cuenta que la vegetación había cambiado, ya los árboles no estaban salvándome de un sol sofocante de enero. El sendero en ese trayecto está muy despejado y te invita a acelerar la marcha. La flora iluminada generaba una paleta de colores propios de la estación lo cual hacía casi inevitable detenerme a cada paso para tomar una foto y grabar un video que seguramente repasaría esa noche.
CAMBIA EL PAISAJE
Eran las 12:35 cuando me di cuenta que me había adentrado en un bosque. Arbustos y cañas desprendían un hermoso aroma sobre el sendero que en sintonía con los altos árboles que se hacían cargo de la sombra hacían que esa parte del recorrido se inundara de frescura. Era un verdadero placer estar caminando en ese lugar.
Si bien siempre voy disfrutando del camino y observando lo que me rodea, mi cabeza de a poco empezaba a pensar que estaría acercándome a una de las averiguaciones que había hecho previamente, sabía que en los próximos kilómetros me iba a encontrar con un caracol. Esas subidas pronunciadas de idas y vueltas que nos hacen ganar altura en poco tiempo, pero ganar altura en poco tiempo sabemos que quiere decir perder piernas en poco tiempo. Se me ocurría que podía ser un buen momento para almorzar, relajarme unos minutos y luego continuar, pero esas ganas de seguir y la curiosidad de querer saber que hay adelante hicieron que continuara.
Se escuchaba a lo lejos el ruido del agua caer como si se tratara de una cascada o golpe de agua, pero ante tanta vegetación era difícil ver de qué se trataba. De repente un puente abría una ventana en la montaña dejando apreciar una de las mejores vistas que tiene este camino. Todo el valle del Casa de Piedra estaba por debajo y a nuestras espaldas la caída de agua que imaginaba, así que fue entonces cuando dije es hora de descansar, comer y disfrutar de este momento y lugar.
LLEGAMOS
El marco natural del agua bajando por la montaña y que se va perdiendo lentamente por el valle era demasiado lindo, pero había que seguir. Retome la caminata a las 14:00 hs sin saber qué tanto me quedaba para llegar a la laguna, porque si bien sabía de las horas estimadas, cada recorrido es muy personal y el ritmo lo marca cada uno.
Pronto me encontré con una trepada de rocas que por un momento dudé si era parte del camino, pero las marcas pintadas me indicaban que era por ahí, así que sin darme demasiado tiempo para pensar confié y fui. Finalmente, unos 30 minutos más tarde rodeado de un cordón montañoso enorme logro ver esa laguna maravillosa que hasta el momento solo conocía por fotos y videos. Había llegado a la Laguna Jakob y a su fiel compañero el Refugio San Martín.
Solo me detuve unos minutos a contemplar la postal que me regalaba la montaña desde un pequeño mirador pensando que todo aquello que podía haber imaginado e hicieron despertar las ganas de conocer el lugar quedaban minimizados con lo que en persona se puede evidenciar.
Atrás habían quedado 13 kilómetros de un hermoso recorrido.
EL PLUS: TÉMPANOS
Digo plus porque sabía que cerca del refugio se encontraba la Laguna de los Témpanos. ¿Pero qué tan cerca? Compartiendo charlas y experiencias con gente que ya conocía el lugar me decían que a no más de 1 hora estaba esta laguna y automáticamente el pensamiento fue: ¡vamos!
Dejamos todo en la habitación del refugio, nos pusimos nuevamente las botas y allá salimos. Preguntamos a los refugieros por donde ir y con ese entusiasmo que los caracteriza nos indicaron de inmediato aumentando las ganas de conocer ese lugar. No hacía ni 2 horas que había llegado que ya estaba caminando nuevamente, pero es lo lindo de ir a estos lugares, conocer personas que te motiven a seguir llegando y en esos pasos compartir nuevas experiencias.
Mientras marchábamos entre conversación, anécdotas y risas concentrados en no perder de vista las señales que indican el camino uno de los chicos nos dice: ¡miren ahí! Y ahí estaba la Laguna de Los Témpanos, con una pared de roca inmensa que se eleva dejando por debajo en su nacimiento una Laguna con los colores más increíbles y lindos que vi en mucho tiempo. Nuevamente la montaña me regalaba la sensación de sentirme agradecido por estar ahí y como siempre digo, es un gran conjunto de sensaciones y placeres que en su totalidad y combinación se convierten en felicidad.
La felicidad comenzó desde la noche en que arme la mochila sin saber con qué me iba a encontrar, donde todo es entusiasmo y certeza de saber que iban a ser días para recordar siempre.
FIN
No podía irme antes de este relato sin antes recomendarles que vivan unos de los instantes más lindos que tiene dormir en la montaña: el AMANECER y el ATARDECER. Siempre que estoy allá arriba disfruto los maravillosos momentos en que se puede ver al sol como comienza a asomar o a esconderse sobre los picos de la montaña y lentamente se encarga de ir pintando en cada paso una foto de un paisaje inolvidable. Esos instantes me dejan en claro que estoy en el lugar indicado en el momento preciso y me inunda una sensación que podría describirla con una sola palabra: libertad.
“Viajar es una brutalidad”
“Te obliga a confiar en extraños y a perder de vista todo lo que te resulta familiar y confortable”
“NADA ES TUYO EXCEPTO LO MÁS ESENCIAL: el aire, el agua, las horas de descanso, los sueños, la montaña, el cielo; todas aquellas cosas que tienden hacia lo eterno o hacia lo que imaginamos como tal.”